domingo, 18 de octubre de 2009

EL SEÑOR X

Versión original

El señor X tiene las manos atadas al cabecero. La mujer no pestañea. Observa el temblor de sus ojos bajo los párpados y respeta el silencio que los separa. No gimen, no hablan. Tampoco se besan. Sólo sudan sobre una fría cama deshecha hasta que llega el grito entre sus piernas, la respiración furiosa, la descarga. La mujer arquea la espalda. El señor X se desvanece. Blando, blanco, primitivo. Ella lo permite y afloja las nalgas. Después sacude la melena rubia, alarga las uñas y alcanza el puñal. El señor X la mira por primera vez. Perplejo, Asustado. Confunde su nombre. Tarde. Demasiado tarde. La sangre brota del pecho. La mujer no se detiene. No pestañea. Asesta la número trece y termina. Desvalija la caja fuerte y se marcha. Parece sonreír.

Versión cuento

Hace muchos, muchísimos años, un joven y apuesto príncipe se propuso invertir su tiempo y fortuna en encontrar el amor de su vida. Pasaron lunas y lunas, hasta que una buena noche, apareció una bella dama portando la más hermosa de las sonrisas, el más fino de los talles y la más seductora de las miradas. El joven no tuvo dudas y, sin consultar la decisión con consejero alguno, transformó su palacio en nido de amor. Allí, cada noche, la misteriosa princesa disfrutaba de placeres divinos junto a su amado caballero. Y éste, confinado a sus juegos y delicias, olvidaba atender los compromisos reales. Cuentan los más ancianos, que la diosa fortuna, cansada de visitar cada día el mismo lecho, se fue a vivir a otro lado y el apuesto príncipe, rechazando una vez más los avisos de sabios y adivinos, siguió entregado al amor. Pero la desgracia no tardó en llegar y una noche sin luna, la princesa se convirtió en la bruja que siempre había sido, huyó por la ventana y abandonó al caballero que malherido, triste y desangrado, dejó de soñar.

Versión morbosa

Las vísceras colgando, el rostro irreconocible, las muñecas rotas. El cuerpo perforado del Señor X desprende un olor rancio y cremoso a matanza, a podrido, a humedad. El hedor es insoportable. Un reguero de líquidos enmohecidos ensucian las sábanas aflojando las carnes deshechas. Residuos de sangre putrefacta fermentan con restos de piel sudada y semen, mientras un centenar de larvas remueven el cadáver. Al otro lado del planeta, una seductora mujer de mirada pétrea y cuerpo fetiche, perfuma su almohada con Chanel nº 5. De fondo, “la vie en rose”.

Versión monólogo

Trece. Que fueron trece. Ni más ni menos. Y luego dirán que no hubo saña ni ensañamiento y le llamarán locura transitoria al tiempo que gastó la tipa en destrozarle la vida al pobre imbécil. Con lo guapo que era… Mira que dejarse engañar así. Si hasta se sabía la contraseña. Los trece números, los trece. Que digo yo, que lo mismo, mientras le clavaba el puñal pensaba en la clave para después… ¡Qué barbaridad!. Una escabechina. Para que luego digan que en este pueblo nunca pasa nada. No, si cualquier día… Ya lo vengo diciendo. Que esas rubias larguiruchas no traen nada bueno, que no son de fiar. Con esos labios tan rojos y esos ojos tan claros… Donde se ponga una morenaza fuerte, con el culo gordo para engendrar zagales… Si es que se está perdiendo lo bueno. ¡Ay Dios! Y yo, soltera y entera. ¡Qué divina desgracia!

Versión noticia

Con trece puñaladas en el abdomen, maniatado y desnudo, encontraron ayer las autoridades el cuerpo de un hombre cuya identidad aún está por confirmar. La autoría del crimen podría recaer sobre una joven mujer rubia que, según testigos presenciales, abandonaría el domicilio portando un maletín oscuro, altos tacones y un vestido ceñido de color negro. Fuentes policiales barajan el robo como posible móvil del crimen. No se descarta la venganza pasional.

Relato Corto. Taller de Escritura. 15 de octubre de 2009.

(En esta ocasión, el ejercicio consistía en utilizar varios narradores para versionar una misma historia desde distintos puntos de vista. Disfruté muchísimo de la frialdad del narrador original, el estilo Mantis Religiosa -como me gusta llamarlo- de frases cortas y palabras directas, con una visión cámara para contar la escena sin implicarse; confieso que también me encantó el morboso; lo de remover llagas, tiene su gusto...)

5 comentarios:

  1. El medio es el mensaje, la forma es el lenguaje.
    Tras la pausa, a punto he estado de borrar el enlace. Me alegro de no haberlo hecho. Un beso.

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  2. Me ha encantado el experimento; como imaginarás, me quedo con la versión morbosa, que tiene la capacidad de introducirnos en factores sensoriales. La original, no obstante, es muy sugerente.

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  3. Reconozco que comencé el post por el final (para ver de qué trataba el ejercicio en esta ocasión) y estaba decidido a elegir uno de los narradores como mi preferido. Ahora no puedo hacerlo, creo que todos y cada uno de ellos dan una cara de esta aparentemente sencilla pero sin embargo poliédrica historia.
    Me encanta que "Chanel nº5" y "La vie en rose" sean tan morbosas...

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  4. Es fantástico este experimento, yo, como el comentario anterior, tampoco puedo ni quiero elegir uno, me quedo con la variedad.

    Y por cierto, si te apetece hacer intercambio de cosas, mándame un mail y haber qué sale.

    Un abrazo!

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  5. Me han encantado Ana!!, me quedo con la versión morbosa sin duda, me estremece, lo palpo y me asusta...

    Muchos besos artista muuua

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