martes, 6 de enero de 2009

MALDITA BLANCANIEVES


La sonrisa rota, la cara desinflada y la barbilla doble. Se miró al espejo con los ojos remendados y los párpados caídos. Se acercó un poco más y abrió la boca para contar los huecos y los empastes. Revisó las encías y olisqueo su aliento aspirando el ajo del desayuno. Retrocedió asqueada y recordó que hacía años que no iba al dentista. Después giró el cuello de un lado a otro y se detuvo en su deseada cascada de rizos transformada en un falso moño de laca y horquillas. Suspiró. Bajó la mirada y observó sus manos de lunares y diamantes de mercadillo. Se palpó el cuello y los brazos percherones y las tetas perezosas. Demasiados años fingiendo ser la más bella del reino, pensó. Apretó el trasero agujereado y los muslos celulíticos y dejó de mirarse.
-¡Lola! ¡Tu turno!- gritaron al otro lado de la puerta golpeando la puerta con los nudillos.
-Ya voy- respondió arrastrando las palabras y ajustándose las medias.
-Tu príncipe viene a galope.
-¿El de copas o el de espadas?
-El guerrero, mi hija- matizó apoyando la espalda en el marco- Y por los ojos que trae y la baba que chorrea este viene cargado de bombitas de eyaculación masiva.
-Ya te vale, Manuela- sentenció abriendo la puerta y desatándose el batín floreado. Pues si viene con ganas de guerra, hoy mantengo la tarifa plana. Cien el completo- pronunció remetiendo barriga y atusándose el flequillo.
-¿Tu estás loca? Aquí no paga nadie eso desde que Facundo ganó el pleno al quince e invitó a su compadre.
-Pues de ochenta no bajo- dijo regresando a la habitación y al espejo- Que espabile.
El sonido de unos pasos enérgicos invadió el pasillo.
-No te empecines, loca. Cincuenta o llamo a la nueva- amenazó bajito.
Lola torció los labios, se perfumó rabiosa y comprendió que no valía la pena seguir negociando el precio; sobretodo, sabiendo que aquella maldita novata descolorida, plena de juventud y truquitos varios, había robado el corazón de sus enanos tragones, triplicado las funciones bajo las sábanas e inventado un montón de disparatadas fábulas para hacerle la competencia.

Relato corto. Taller de Escritura. 15 de noviembre de 2008.

(En esta ocasión, el ejercicio consistía en escribir un relato y definir el tono y el registro. El tono utilizado es un tanto irónico En cuanto al registro, decir que diferenciamos dos momentos. El narrador mantiene mayor formalidad y los personajes utilizan un registro más vulgar)

2 comentarios:

  1. La vulgaridad es un don que se cosecha en canastas tejidas con epitafios, la promiscuidad es otro Don que se diferencia del primero por ser absolutamente intransigente.

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