jueves, 30 de abril de 2009

NIDO (VIDEOPOEMA)


Para los que imploramos libertad...


Delicioso...

http://nuria-gil.blogspot.com/2008/10/nido-videopoema.html

El poema es de Nuria Gil y la ilustración de David Sánchez


martes, 28 de abril de 2009

CONCURSO MICROS DIARIO SUR



"Silencio inerte", de Maite Josune Cuevas Prieto Setién (503 votos):

Tu silencio es una tumba vacía en el inquebrantable día en que tus besos inquietaron mis pasiones más ocultas, del más inicuo recuerdo que calladamente muere.

Hola chicos!
Ya tenemos ganador para el primer concurso de microrrelatos del Diario el Sur, al que presenté mis dos micros.

http://www.diariosur.es/20090427/cultura/ganador-lectores-concurso-microrrelatos-200904271135.html


Mi resultado, en relación al voto del público, me alegra mucho!

"El ambidiestro" con 225 votos, el quinto más votado, entre las 1659 obras presentadas.
"El profesor", con 50 votos, quedó en el puesto número 17.

No está nada mal ¿verdad?
Muchas gracias a todos por apoyarme...

lunes, 27 de abril de 2009

EL CONCIERTO

Y cuarto y no empieza, desde las diez haciendo cola, qué tio más grande, siempre me toca un largo delante, enorme, por lo menos dos metros diez, y yo sin tacones, qué alto y qué lacio, está chapao, esta birra no me dura ni dos minutos, qué apretura, uff y la gente y el humo, joder con el humo, tía, ¿por qué no se lo echas al largo y te largas? qué ansia y qué hambre, lentejas, ayer fueron lentejas, qué manía tiene con preguntar lo que como y dónde voy y lo que como y yo que sé, niño apártate, échate a un lao, que no veo un gruño joder fffff, ahí está, qué bajita, el vestido mola, sin tirantes, seguro que lleva un pedazo de relleno de la hostia, sin tirantes no puedo, se me aplastan y me quedo sin tetas, pues se llevan los asimétricos, lo mismo el verde, el verde no, se me ven las rodillas y la celulitis, mierda, torcidas, las tengo como mi madre, eres cortita de cuartos, será cabrón y tú barrigón cervecero, eso es de parir, que te enteres, que todas las mujeres se casan con cincuenta kilos, tengo que ordenar el armario, jerseys mezclados con tirantes, me da una flojera, qué calor, además yo no llego arriba, se lo diré antes, que luego protesta si me jodo la espalda, anda que no es guapa la tía, tímida y guapa, Celine también era tímida, si hubiese hablado más con ella, y el cuello, qué sexy, ¿será verdad que es lesbiana? pues yo creo que el batería le pone, o ella a él, la mira y pasa, pedazo de voz, será gilipoyas, oye tío o te apartas o empiezo a meter caña con el culo, ¿de dónde la sacará? con lo bajita que es, la Caballé es súper gorda, pero ésta no ha probado el chorizo en su vida, al Naturhouse va a volver tu puta madre, Adrián lo hubiera flipado, mira que se lo dije, joder la peña con los putos cigarros de la hostia, puta, joder, fffff, cállate coño que no la escucho, yo no soy sexy, sin tacones y tan guapa, qué flaca está, ésta me la sé, la grabo y luego me la pongo de tono en el móvil y le vacilo a Carlos, yo qué culpa tengo de que la mierda el móvil suene tan bajito, pues si me llama que me llame, si luego se pasa to el puto día enganchao para llamar a sus colegas, ¿qué talla tendrá? vaya ojazos, ¿será verdad que los focos deslumbran? sí, sí, sí, sí, está me la sé, yo no me vuelvo andando ni de coña, seguro que acaba a las y pico mil, esto está súper lejos, mola, así, pequeñito, un garito guapo, seguro que Silvia también ha venido, aunque no se yo si, mierda, sin batería, sí, sí, ya te dejo pasar, joder con las prisas, qué sed, cualquiera se mueve ahora para ir a la barra, mañana no madrugo, qué gusto, ojala haga sol, la playa, el bikini, la playa, el bikini, sí, me gusta, qué pasa, no como a ti, que te tiras todo el verano en formol, no sé como a la gente le puede gustar el frío y la lluvia y el frío, el otoño deprime, ¿qué dirán la letras? esto de no tener ni puta idea de inglés y la tía pronuncia que te cagas, me gusta el nombre del grupo, Russian Red, le pega, me recuerda a los lentos del Cocas, es un poco años cuarenta, Bangles y el San Francisco con azuquita en los bordes del tubo, a las diez en casa y yo corre que te corre, ¿cómo tendrá la melena? ahora se llevan los flequillos así, todas las niñatas con el mismo flequillo, se les pone una cara de tontas con el uniforme, a mí no me pega nada, uff cuando se gira me pone a cien, la cabrona, con esa forma de modular, si me cantase al oído, me lanzaría, al final Adrián tenía razón, los maricones se lanzan antes, pero yo, qué labios, la muy puta cierra los ojos para gustarme, a lo mejor me ve o me lee el pensamiento, sí, claro, seguro que se tira al batería, yo me lo tiraría también, tengo que arreglar el puto armario. 

Ejercicio de monólogo interior. Taller de Escritura. 25 de abril de 2009.

viernes, 24 de abril de 2009

SÍ, ME VOLVÍ LOCA...


Sí, me volví loca... 
Ayer en el día del libro arrasé con esos títulos que andaban rondando en mi cabeza



DOROTHY PARKER "Narrativa completa"
STANISLAW LEM "Provocación"
THOMAS BERNHARD "El imitador de voces"
ROBERTO BOLAÑO "Llamadas telefónicas"
TRUMAN CAPOTE "Música para camaleones"
KURT VONNEGUT "Matadero Cinco"
RAYMOND CARVER "Si me necesitas, llámame"
ENRIQUE VILA-MATAS "Suicidios ejemplares"
ITALO CALVINO "Las ciudades invisibles"



Qué gusto da dormirse con "Viajar, perder países" de Vila-Matas y despertarse con El señor y la señora Wheelock de Parker..

Esto si que es vida!

domingo, 19 de abril de 2009

MI ABUELA LOLA


Martes, 17 de mayo del 1985.

 

-Dime –suplica separándole el flequillo de las pestañas- ¿me querrás siempre?

La muñeca permanece inmóvil, con la sonrisa cosida y los ojos de botón. La arropa entre sus brazos y le canta una nana sin letra. Me fijo en los encajes que cubren sus piernas entumecidas y en los zapatos de charol y recuerdo las palabras de Manuela -últimamente se quiere arreglar cada mañana. Es cómo si se resistiese a enfermar-. El pelo plateado se esponja en un moño de alfileres, coronado por una diadema blanca. Adelanto el pie derecho y apoyo la mano en el cristal. La puerta avanza unos pasos y me aflijo al encontrar sus ojos. Me mira sin entender y regresa enseguida a su bebé de trapo.

 

La recuerdo en primavera. 1950. Aparece sentada en su butaca como una pichona blanca ablandando las alas y haciendo las veces de la madre que murió al parirme y el padre que no lo soportó. Tengo seis años, mi hermana nueve. Mi abuela cose vestidos para sus nietas. El mío siempre con más vuelo. Engañamos a Manuela diciéndole que el suyo tiene seis cuartas de más estirando la tela por debajo para aparentar el doble. La abuela me guiña y yo contengo la risa encogiendo los hombros.

 

Verano. Me caigo de un árbol intentando espiar, sin ayuda, un nido cantarín. Escalo destrozando la puntilla recién bordada y pelando las medias. La caída desbarata las costuras y araña mis piernas, pero la abuela no protesta. Me lleva en brazos hasta su cama de hierro, cambia los retales por un camisón crujiente y me pasa un huevo por agua para calmar la pena.

 

Cumplo quince años. Ando abstraída con la fuerza de Manolo que alardea de hombría arrastrando un seiscientos con una cuerda atada a la cintura. Mi vecino se mocea luciendo el torso pelado y un flequillo tapando los ojos y la vergüenza. Cuando silba, me apresuro a la habitación de la abuela que es la única que da a la calle. Ella me abre y se siente en la mecedora mientras yo curioseo por los visillos. -Anda, acércate a lo de Marieta a por tres onzas del blanco- me dice sacando unas monedas del delantal, sin despegar los ojos de la costura. Y yo vuelo escalera abajo, para hacerle el recado y cruzarme con Manolo que se sopla el flequillo y me espera en la esquina para contarme su última hazaña. Tres años después, nos casamos. Él, mostrando galones de marinero novato y yo, paseando orgullosa las filigranas de la abuela, que no cesa de ahuecarme el velo y espantar las moscas.

 

Invierno del 68. Nace mi tercera hija y nos trasladamos a la capital. La abuela se niega a acompañarnos alegando tareas pendientes que le llevarán tiempo. Se afana, me cuenta Manuela, en deshacer los vestidos olvidados en roperos y transformarlos en muñecas de tafetán, gasa y piqué, con las que nadie juega. Las recuerdo en visitas posteriores, todas reclinadas sobre la cama de hierro, por estricto orden de llegada. La más antigua, me alcanza a la cintura. Es estrecha y suave, con la boca torcida y la nariz respingona y se parece a Manuela cuando se enfada y pasea su arrogancia por los pasillos. Luego llegan las copias de Marieta, con el delantal a cuadros y los rizos desordenados y las tres bisnietas y las vecinas del barrio y así, hasta que cose la última, la mía y me la regala un mayo florido para festejar mis treinta y cinco, coincidiendo con la celebración de su setenta cumpleaños. Tiene la sonrisa bordada y los ojos de botón y la viste a conciencia con los mismos encajes que cubren sus piernas cansadas. -¿Te gusta?- me pregunta arrugando las arrugas y desoyendo las súplicas de las biznietas para saquearla. -Es la más hermosa-, declaro retando al vecindario a rebatir mi criterio. Pero nadie dice nada. Ni tan siquiera Manuela, que se limita a servir la tarta con la sonrisa de medio lado y una luz distinta en los ojos.

 

Desde aquel día, cada mayo regreso para festejar nuestro cumpleaños. Hasta hoy  martes, alarmada por Manuela, que no deja de repetirme lo extraña que es la enfermedad que la mantiene ausente.

 

Qué haces ahí mirándome como un pasmarote!– me reprocha, de repente, despertando las manos –anda y ve a buscar a tu hermana, que hoy toca medir las telas– y se afana en remover los trapos del cesto que custodia a su lado, sin soltar la muñeca.

Manuela acude al instante. Se coloca a su espalda, la abraza despacio y apoya la cabeza sobre el hombro izquierdo. Yo me rindo en su regazo. Nos miramos.

-Ves Manuela –declara guiñándome un ojo y utilizando sus tretas- por ser la mayor, te concedo el privilegio de doblarle el vuelo a tu hermana-.

Miro mi muñeca, la más hermosa del mundo y aprieto las manos de mi abuela Lola. Radiante, seductora. Le deseo feliz cumpleaños y contengo la risa encogiendo los hombros. 



Relato Corto. Taller de Escritura. 18 de abril de 2009.

(En esta ocasión, el ejercicio consistía en trabajar el tiempo y contar la vida de alguien a través de algunos momentos clave para definir al personaje)


La foto es de Amaya Blanco

http://www.fotolog.com/ranmma/36272244

Un solete de criatura que me ha permitido transformar el viento en el vértigo de los recuerdos...



miércoles, 15 de abril de 2009

EL ESCÉPTICO


La maté. Ignoraba que fuese irreversible.


(Ejercicio para la tercera clase de escritura creativa en FNAC. De la serie, tres micros, tres crímenes)

La obra pertenece a la artista holandesa Madelon Vriesendorp. Exposición antológica en el Museo Suizo de Arquitectura -Basel-. Para saber más, no duden en consultar el magnífico artículo que le dedica Pedro Alarcón en su blog

http://florescaras.blogspot.com/2009/03/madelon-vriesendrop-gabinete-de.html


martes, 14 de abril de 2009

ENTRE LOS MÁS VOTADOS!!!


Estoy muy feliz porque mis micros van avanzando!!!!

Y están entre los más votados!!!!

El ambidiestro, 28 votos
El profesor, 22 votos

Se puede realizar un voto cada día hasta el 23 de abril, incluso si ya has votado.


REQUETEMUAAAAAA!!!!!!!

viernes, 10 de abril de 2009

LA ESCRITORA

-Tengo un problema doctor- le dijo mostrando un puñado de papeles sobre su regazo -Llevo semanas sin terminar un capítulo. La pasada, me cargué al narrador porque presumía de no inmiscuirse en nada y terminó entrometiéndose hasta en mis pensamientos. Antesdeayer rechacé a un falso secundario con excesivo afán de protagonismo y ahora acabo matar al protagonista. Era tan guapo, doctor. No hubiese soportado que se casara con otra. 


(Ejercicio para la tercera clase de escritura creativa en FNAC. De la serie, tres micros, tres crímenes)

La obra pertenece a la serie "Las santitas". María Bueno.


domingo, 5 de abril de 2009

LOS MONSTRUOS DE TÍO ERNESTO

-Que sí Elena, que mi tío Ernesto me ha dicho que funciona. No pierdas el ritmo y mueve el pié rápidamente como si patalearas el suelo.

-Eso es imposible. Mi manta pesa un montón. Y la colcha. Y la sábana. Yo no puedo con un solo pie. Y con el otro, ¿qué hago?

-El otro lo dejas quieto. Y de vez en cuando, cambias.

-¿Estás seguro de que así se irán los monstruos?

-Mi tío Ernesto me ha contado que a su casa llegaban los peores. Uno verde con un solo ojo y los dientes en punta. Echaba espuma por la boca y, cuando se enfadaba, arañaba las paredes con las paletas y babeaba las cortinas.

-Puag… Es asqueroso. Los que entraron anoche en mi cuarto tenían cara de payaso y boca negra, los ojos se les volvían transparentes cuando intentaban hablarme, y desaparecían.

-¿Hacían magia?

-Todos los monstruos hacen magia, Pablo.

Elena abrió los ojos y soltó el aire como los buzos, como los muertos que regresan a la vida sin avisar. En su cabeza, Pablo, con el traje de Spiderman y botines rojos, seguía contando las hazañas de su tío Ernesto. Recordó las alas de gomaespuma, la camiseta a rayas, las antenas, la corona y la foto del parque. Su disfraz de abeja Maya había conseguido arrebatarle el primer premio a la Bella Durmiente y, aunque Spiderman no había tenido la misma suerte, no se había despegado de su lado, por mucho brillo en los labios que luciese la señorita Bella. Miró el reloj. Era lunes. Antonio no había regresado y en dos horas comenzaba su turno. Se levantó a oscuras y cruzó el pasillo. La puerta de los niños estaba entreabierta y la lamparita encendida. Comprobó que dormían y siguió hasta la cocina.

-Pues mi tío Ernesto dice que, la noche que desaparecieron los suyos, fue cuando terminó pronto de hacer los deberes, ayudó a su madre a poner la mesa y cenó espinacas.

-A mí me gustan las espinacas.

-A mí no. Pero mi tío Ernesto dice que los monstruos desaparecen cuando te portas bien.

Abrió el lavavajillas y ordenó los platos, los vasos, los cazos y los cubiertos, repasando con una bayeta los restos de humedad. El aroma a limón se expandió por la cocina. Fue al lavadero y destapó la cesta de la ropa sucia. Separó cuidadosamente la más pequeña y la introdujo en el bombo. Olfateó el suavizante y el detergente, los cajetines de la lavadora olían a Nenuco y lavanda.

-Eso es mentira. El domingo repartí las chuches con mi hermana, me bañé sin protestar y me acosté a las nueve.

-¿Y qué pasó?

-Que vinieron. No pude verlos, pero los escuché. Se reían bajito y bailaban de puntillas.

-Los míos no bailan.

-Mejor para ti. Dan más miedo.

Programó la lavadora a media carga, se sentó en la cesta y anotó con lápiz en un bloc: cereales, yogures de fresa, macarrones, aceitunas rellenas, azafrán, arroz…

-¿Y te dan mucho miedo?

-A veces, sí. Un poco.

-¿Pues sabe qué te digo?, que voy a luchar contra ellos con mis superpoderes para que te dejen en paz. Le voy a preguntar a mi madre si esta noche puedo dormir contigo.

Sonaron las llaves, el crujir de la puerta y unos pasos bizcos contra el perchero. Antonio había regresado. Elena soltó el lápiz y no supo si mover los pies o seguir siendo buena. Hurgó entre visillos, contó cuatro luces y dudó a quien llamar. Cerró los ojos apretando los párpados. Lloró. No por lo que vendría, que no era nuevo, sino por lo que hubiera pasado si aquella tarde la mamá de Pablo hubiese dejado que Spiderman la defendiera.

Relato Corto. Taller de Escritura. 4 de abril de 2009.

(En esta ocasión, el ejercicio consistía en continuar el principio de historia que presentamos en el taller anterior teniendo en cuenta el final. El cierre de un relato debería ser como la guinda de una sabrosa tarta... Aunque a veces no sea dulce...)